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Diseñar una estrategia de negocio basada en la intuición y observación del entorno es fácil, pero no garantiza el éxito. Por el contrario, si profundizas en la información que nos dejan los datos y usas las herramientas adecuadas para elaborar diferentes estrategias de big data aumentarán las oportunidades de crecimiento seguro.
El big data es un área muy potente para la gestión inteligente de negocio y creación de nuevas empresas. Su función es detectar las mejores fuentes de información y extraer datos, de forma legal y segura, que luego se puedan utilizar para tomar las decisiones más importantes.
La información proveniente de los compradores y entorno empresarial siempre ha sido tenida en cuenta como elemento fundamental en la estrategia, pero el marco digital ha revolucionado la manera de aprovechar esta información, ya que han aumentado increíblemente las interacciones con el público, los canales de venta y la competencia. En este escenario tan inabarcable, solo existe una manera de captar la información que más nos interesa, almacenarla, gestionarla y por último analizarla: el trabajo del big data.
Lo más curioso e importante del big data no es que proporcione muchísima información, sino que saca a la luz preguntas que nunca nos habíamos planteado, abriendo así nuevos campos de investigación y desarrollo.
Las empresas utilizan el análisis de datos para tomar decisiones de manera más rápida y eficiente. También les ayuda a detectar las áreas más problemáticas e improductivas antes de que se conviertan en un lastre para el negocio.
Las empresas recopilan todo tipo de información de sus clientes para ayudarlos a obtener más información sobre los productos y servicios que ofrecen. De esta manera, las acciones de Marketing y comunicación lanzarán justo el mensaje y beneficios que los clientes esperan. Los datos también son clave para saber en qué momento activar cada estrategia y para detectar riesgos y oportunidades.
¡Mira estas seis estrategias basadas en el poder de los datos!
Planificación y distribución de productos: si conocemos al consumidor, su comportamiento y hábitos de compra podremos mejorar las características del producto y, sobre todo, hacerlo más accesible. Contabilizando las ventas en cada canal, reponiendo stock automáticamente u observando qué gama de productos consume más un tipo de cliente que otro se aumentarán las ventas notablemente. Aunque estas son solo algunas variables entre otras muchas.
Optimización de productos: esta estrategia se basa en clasificar los productos según sus características y observar cuál de ellos funciona mejor en base al volumen de ventas, y preferencias según criterios individuales. De esta manera, diseñar una estrategia más personalizada a cada segmento dentro de tu público para captar su atención será mucho más fácil.
Previsión: se trata de analizar los productos más cotizados y automatizar las reposiciones según el canal de venta. Así, se evitarán los excedentes, el negocio será más rentable, se evitarán problemas de abastecimiento y la cadena de consumo será más sostenible.
Medir en grado de fidelidad del cliente: una vez que se ha conseguido la compra de un nuevo cliente, lo más importante es trabajar en su fidelización para posicionarnos en su mente y que siempre que sienta la necesidad de un determinado producto escoja nuestra marca. Es esencial contar con un plan que ayude a la fidelización y que, por lo general, deberá tener estos factores para su éxito: personalización, límite de tiempo, remarcar los valores de marca, premiar su confianza de algún modo tangible.
Dentro de un plan de fidelización los datos juegan un papel esencial para saber qué es lo que al cliente le ha enamorado de tu marca, qué seguir ofreciéndole para que nos prefiera frente a la competencia y qué espera de nosotros. No solo hablamos del producto en sí, sino de los valores de marca e incluso de los compromisos de responsabilidad social que la empresa adquiere con el entorno.
Analizar precios: comparar y estudiar constantemente los precios del mercado es clava para hacerse con un cupo en el sector. Ya sabemos que lo ideal no es competir con precios bajos, pero, seamos sinceros, poner un precio razonable a los productos también ayuda. No solo analizarás los precios de la competencia, también ayuda a medir la rentabilidad que se obtiene en relación con los costes, surtido y promociones. Por ejemplo, el big data puede implementar técnicas que definan y contextualicen las fluctuaciones de los precios.
Mejora de la productividad: no todas las estrategias basadas en big data se aplican de puertas afuera, el big data también puede ser muy útil para estudiar el entorno laboral y aplicar acciones que mejoren la motivación de los empleados, ayuden en la gestión del talento y reorienten a las plantillas en la consecución de sus objetivos. Por ejemplo, algunas empresas introducen cámaras de alta definición en sus espacios de trabajo para estudiar sus deficiencias usando la inteligencia artificial e identificando mejoras al momento.
Ahora que sabes todo esto, ¿A qué esperas para formarte en big data y estrategia de negocio?
Sobre todo, para las empresas que tiene cualquier tipo de presencia en internet (o sea, casi todas), es esencial aprovechar la información que los usuarios dejan tras de sí con cada interactuación que realizan en una web, ecommerce, en redes sociales o incluso en su propio correo. El big data permite realizar la escucha activa y, ¡qué hay más efectivo que conocer a fondo a tu target?
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